Por ROGELIO RODRIGUEZ MENDOZA.
Las escenas multiplicadas por toda la Ciudad no tienen precedente en Victoria: largas filas de personas en las empresas purificadoras de agua esperando turno para rellenar garrafones; camionetas trasladando todo tipo de recipientes con el vital líquido , o tumultos de mujeres, hombres y hasta niños, abasteciéndose del grifo de casas que tuvieron la fortuna de contar con agua, y cuyos propietarios, como buenos samaritanos, decidieron compartirla con quienes lo pidieran.
Con más de 40 años viviendo aquí, no hay en mi memoria registro de una situación así. Fue impresionante ver el caos que prevaleció en la ciudad que es asiento de los Poderes del Estado.
El colmo fue ver una “pipa” abasteciendo de agua al Palacio de Gobierno. Ni siquiera la sede del Poder Ejecutivo escapó al desabasto de agua.
Como ya es del dominio público, 203 colonias de la Capital del Estado, incluyendo la zona centro, se quedaron sin agua por una presunta falla humana en la planta de bombeo de La Normal. Los cálculos oficiales pronosticaban que éste miércoles todo estaría normalizado. Ojalá y así haya sido.
Sin embargo, más allá de plazos o fechas de solución a la falla que puso de cabeza a los capitalinos, valdría la pena que las autoridades, estatales y municipales, hicieran válida aquella recomendación de buscarle lo bueno a toda mala experiencia o tragedia.
“Por más mal que se vean las cosas siempre habrá algo bueno que rescatar de ellas” dice la sabiduría popular. Y sí: me parece que en este drama del agua algo bueno debemos rescatar.
Creo que es el momento de que los Gobiernos y los partidos políticos se olviden del reparto de culpas, de un problema que lleva ya poco más de una década lastimando a Victoria y que cada vez se agrava más.
En vez de acusaciones y descalificaciones, ya es momento de que todos sumen y nadie reste. Es hora de que los Gobiernos, el Estatal y municipal, entiendan que sin agua no hay nada alrededor. Es una ley natural: sin agua no hay vida. Es algo que éstos días ha quedado contundéntemente demostrado.
En ese entendido, ojala y que las autoridades entiendan que , antes de cualquier otra obra, lo que los victorenses necesitamos es agua. Antes que un nuevo Penal, o nuevos parques de barrio, o un repintado de cosas, lo que los victorenses necesitamos tener garantizado es el abasto del agua.
¿Cómo podríamos crecer económicamente si no tenemos agua? Eso es imposible porque ninguna empresa, grande, mediana o chiquita, va a querer venir si no tenemos agua. En consecuencia, los empleos que necesitamos nunca llegarán.
Insisto: es tiempo de que los Gobiernos y los legisladores, en particular los federales, toquen con fuerza la puerta de las instancias del Gobierno nacional para gestionar los recursos que se necesitan para construir la segunda línea del acueducto “Guadalupe Victoria” , que es la alternativa más viable y segura para que la Capital deje de padecer sed durante al menos los siguientes 30 años.
Si el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador nos regatea los recursos, necesitamos explorar otras opciones, incluso el endeudamiento público. Si anteriores administraciones endeudaron al Estado hasta con 3,500 millones de pesos para costear el apoyo de las fuerzas federales en el combate a la inseguridad pública, ¿porque no hacer lo mismo para costear un acueducto con una inversión calculada en mil millones de pesos?.
ASI ANDAN LAS COSAS.