Por Rogelio Rodríguez Mendoza.
Porque si algo no puede esperar en Tamaulipas, es rendir homenaje a los sombreros, las espuelas y los caballos. El Congreso del Estado analiza una iniciativa para declarar a las cabalgatas como patrimonio cultural intangible. Al parecer, montar a caballo entre cerros y polvaredas es ahora un asunto de Estado.
La propuesta del diputado de Morena, Marcelo Abundis, no llega sola: también busca establecer el Día Estatal de la Cabalgata, cada tercer domingo de noviembre. Una fecha solemne para recordar que, en plena era digital, cabalgar sigue siendo la más elevada expresión del alma tamaulipeca.
La iniciativa no escatima elogios. Las cabalgatas, según el texto legislativo, son sinónimo de unidad, identidad, arraigo y legado. Una mezcla de Revolución Mexicana, turismo rural y terapia emocional, todo en una sola montura. Con razón merecen un lugar en el altar de lo intangible.
Se citan ejemplos históricos como la Cabalgata de las Huastecas o la Ruta del Cuerudo, donde miles de jinetes atraviesan el estado como si de una cruzada cultural se tratara. Y no sólo cabalgan, también generan derrama económica, alegría comunitaria y —por supuesto— contenido para redes sociales.
Lo que no se menciona es cuántas cabalgatas terminan con caballos extenuados, calles cerradas o cervezas más presentes que los códigos culturales. Pero bueno, eso no se pone en las exposiciones de motivos.
Los impulsores aseguran que declarar las cabalgatas como patrimonio cultural pondrá a Tamaulipas a la altura de estados como Hidalgo o Nuevo León, donde también se reconocen estas expresiones ecuestres. Y claro, nada mejor que parecerse a otros cuando no se tiene muy claro en qué destacar.
La iniciativa ya fue turnada a comisiones. Mientras tanto, en algún rincón del estado, un niño sin Internet seguramente celebrará que, al menos, ahora tiene un día al año para ver pasar caballos.




