Por Rogelio Rodríguez Mendoza.
El Partido del Trabajo (PT) en Tamaulipas enfrenta un proceso de debilitamiento interno provocado por el monopolio que prevalece en su dirigencia estatal.
La permanencia inamovible de Arcenio Ortega Lozano y Alejandro Ceniceros Martínez al frente del partido ha generado inconformidad y descontento entre la militancia, que acusa falta de apertura, imposiciones y exclusión de liderazgos locales.
A pesar de los cambios registrados recientemente en el Comité Ejecutivo Nacional del PT, en Tamaulipas no se ha dado paso a una renovación. Ortega Lozano confirmó que asistirá a la Asamblea Nacional del partido, pero adelantó que, por ahora, seguirá encabezando la dirigencia estatal, aun cuando el partido ha sido duramente cuestionado por haber cedido candidaturas relevantes a Morena.
Las tensiones al interior del partido se agudizaron tras la selección de candidaturas para las elecciones locales de 2024. Diversos militantes expresaron su rechazo a las decisiones tomadas por la dirigencia nacional y estatal, señalando que las mejores posiciones fueron entregadas a perfiles externos sin arraigo ni trayectoria en el partido.
Uno de los casos más polémicos fue el de la influencer Cendy Robles, quien, sin pertenecer al PT, fue postulada como candidata al Senado y tras su derrota fue premiada con una posición en el Comité Ejecutivo Nacional. Este tipo de nombramientos han provocado rupturas en municipios estratégicos como Reynosa, Matamoros y Ciudad Victoria.
Aunque Ortega Lozano ha llamado a la unidad y al fortalecimiento interno, diversas voces dentro del PT lo acusan de mantener un control cerrado sobre las decisiones del partido, lo que ha derivado en una dirigencia estancada, desconectada de la base militante.
La inconformidad también gira en torno al uso de los recursos públicos. En el 2024, el Instituto Electoral de Tamaulipas asignó al partido 18 millones 35 mil pesos, de los cuales apenas 4 millones fueron destinados a campañas electorales, mientras el resto se ejerció en actividades “ordinarias” bajo la administración directa de la dirigencia estatal.
La falta de renovación, la entrega de candidaturas a externos y la percepción de un liderazgo enquistado amenazan con fragmentar aún más a un partido que, en el estado, ha sobrevivido más por su alianza con Morena que por su fuerza propia.