¿Qué porcentaje de la felicidad depende de nosotros y no de la genética, según Harvard? Las personas felices no solo sonríen más: también tienden a vivir más y mejor. Una actitud positiva tiene efectos fisiológicos medibles: ayuda a reducir la presión arterial, mejora la respuesta al estrés, fortalece el sistema inmunitario y fomenta hábitos saludables como la actividad física. Pero, ¿hasta qué punto podemos decidir ser felices?
Según investigaciones como el Estudio de Harvard sobre el Desarrollo del Adulto, liderado por el Dr. Robert Waldinger, aproximadamente el 50% de nuestra tendencia a ser felices está determinada por la genética. Algunas personas simplemente nacen con una mayor predisposición al bienestar. Sin embargo, eso significa que la otra mitad depende de nosotros. Es decir, nuestras decisiones, hábitos y entorno pueden moldear profundamente nuestro nivel de felicidad.
Entonces, ¿qué podemos hacer para cultivar ese 50% que está en nuestras manos? Un punto de partida es fortalecer las relaciones personales. Las conexiones emocionales, como las amistades o los lazos familiares, elevan el estado de ánimo de forma natural. También se ha comprobado que el voluntariado incrementa el bienestar, especialmente en adultos mayores, al aportar un sentido de propósito.
Recuperar pasatiempos de la infancia, invertir en experiencias significativas (como viajes o eventos culturales), pasar tiempo en la naturaleza o simplemente introducir variedad en las rutinas cotidianas puede revitalizar nuestra percepción de la vida.
Pequeños gestos también cuentan. Practicar la gratitud, ya sea escribiendo un diario o agradeciendo a otros, tiene un efecto acumulativo en el bienestar emocional. Incluso acciones tan simples como sonreír más seguido pueden influir en cómo nos sentimos, no solo por fuera, sino también por dentro.
En definitiva, aunque no todos partimos del mismo punto, todos tenemos un margen de acción. Y ese margen, bien utilizado, puede marcar una gran diferencia. Ser feliz no siempre es fácil, pero sí es, en buena medida, una práctica diaria. Esto quiere decir que la ciencia ha intentado responder a la pregunta de ¿qué porcentaje de la felicidad depende de nosotros y no de la genética? Y la respuesta es sorprendentemente equilibrada.
En resumen, aproximadamente el 50% de nuestra tendencia a ser felices está determinada por la genética, y el otro 50% está en nuestras manos; y podemos incitarla a través de conectar con nuestra/o niño interior, invirtiendo en experiencias nuevas como ir a un nuevo museo o hasta un viaje, visitar espacios verdes, romper la rutina, practicar la gratitud y sonreír.