Por ROGELIO RODRIGUEZ MENDOZA.
El uno de octubre próximo llegará al Congreso del Estado una nueva camada de diputados. Integrarán la Sexagésima Quinta Legislatura.
El tema merece destacarse por una simple y sencilla razón: la mayoría de quienes ocuparán una curul desconocen por completo las funciones o tareas que tiene un legislador.
No se trata de nada para sorprendernos. Así ha sido por siempre. Sin embargo, una cosa es que los nuevos diputados lleguen ignorantes y otra es que así permanezcan durante los tres años que durarán en su mandato.
Aquí en este espacio hemos sido insistentes en la urgencia de que los partidos políticos aprovechen ese espacio que se da entre el momento en que los diputados son electos y en el que asumen el cargo, para que los capaciten.
Si tan solo se preocuparan por estudiar la Ley sobre la Organización y Funcionamiento Internos del Congreso del Estado, evitarían muchos “osos” en la tribuna legislativa y, sobre todo, podrían ser más eficientes en su tarea.
El problema es que, ni partidos ni legisladores electos muestran interés por prepararse para dignificar su tarea. Una vez ganada la elección, casi todos entran en una especie de éxtasis o euforia por el triunfo, y se olvidan de lo demás.
Para quienes son peritos en Derecho el tema no es de preocuparse porque dominan a la perfección el asunto. No es lo mismo, sin embargo, para quienes de plano (que si los hay) apenas terminaron la educación básica, o tienen una profesión nada afín con la de un profesional del Derecho.
Por eso, me parece que es el momento de llamar a la conciencia de la nueva camada de legisladores que llegaran al Congreso del Estado.
En vez de andar preocupados por comprar la vestimenta que lucirán en la sesión solemne de arranque de la 65 legislatura, deberían de aplicarse desde ahora en conocer todo lo posible sobre las responsabilidades que tendrán.
De esa manera, evitarán caer en esa práctica de llevar a la tribuna del Congreso del estado, ocurrencias o absurdos, como aquella propuesta de uno de los actuales legisladores de dedicar un día a festejar el caballo.
Si los nuevos diputados conocen sus facultades legales entenderán que no es más productivo el legislador que presenta más iniciativas, sino aquel que promueve acciones legislativas de calidad que generen un beneficio real a la sociedad.
Porque ese ha sido el gran problema: que, en vez de priorizar la calidad de sus iniciativas, los diputados le han apostado a la cantidad, sin importarles que la mayoría de esas propuestas no sirven de nada.
Nosotros hemos sido insistentes en que un requisito para ser diputado debe ser el de contar con una licenciatura en Derecho. Si la principal tarea de un diputado es crear leyes, entonces lo mínimo que debemos exigirle es que conozca de Derecho.
No sé si en algún futuro eso vaya a ser una realidad, pero mientras tanto lo menos que debería suceder con los legisladores electos es que se pongan a darle una estudiada a la Constitución, la local y la federal, y por supuesto al ordenamiento que rige al Congreso del Estado.
En realidad, no es mucho pedirles para los casi 100 mil pesos mensuales que recibirán como sueldo.
¿No cree usted?
EL RESTO.
NO TODO ESTA DICHO. – Con 16 diputaciones de mayoría ganadas en las urnas el pasado seis de junio, Morena se perfila como la bancada dominante en la 65 legislatura que inicia su ejercicio el uno de octubre próximo.
Sin embargo, nos aseguran que no todo está dicho. El PAN impugnará los resultados en varios distritos locales por la serie de irregularidades detectadas, como compra de votos o duplicidad en el conteo de las boletas, con la idea de rescatar algunas de las diputaciones.
Si la disputa jurisdiccional favoreciera al panismo, podría acortarse la diferencia de curules con Morena, lo cual obligaría a compartir la Junta de Coordinación Política.
Cuestión de darle una leída al tercer párrafo del artículo 29 de la ley que rige al Congreso del Estado, en el que se señala que: “En el caso de que ningún grupo parlamentario cuente con la mayoría absoluta de los miembros del Congreso, la responsabilidad de presidir la Junta durará un año legislativo y se desempeñará sucesivamente por los coordinadores de los grupos parlamentarios en orden decreciente del número de legisladores que los integren, siempre que dichos grupos cuenten con un mínimo de doce diputados. Si sólo dos grupos parlamentarios se hayan en esta hipótesis, durante el tercer año de ejercicio de la Legislatura les corresponderá la Presidencia de la Junta de Coordinación Política por sendos períodos de seis meses, pudiéndose seleccionar el periodo de desempeño por el grupo parlamentario con el mayor número de integrantes”.
ASI ANDAN LAS COSAS.