Por ROGELIO RODRÍGUEZ MENDOZA.
Luego del revés sufrido el pasado domingo en las urnas, vienen tiempos bastante complicados para el panismo tamaulipeco.
Haber perdido los municipios más grandes e importantes, como Nuevo Laredo, Reynosa, Matamoros, Río Bravo, Victoria, Madero y Altamira, fue un mazazo demoledor.
Sin embargo, algo todavía peor que aquello es haber perdido la mayoría en el Congreso del Estado, por todas las consecuencias que implicará.
Será la primera vez en la historia de Tamaulipas que el Poder Legislativo estará bajo el control de un partido distinto al que pertenece el jefe del Ejecutivo.
El PAN podría haber perdido los 43 Ayuntamientos pero nunca debió perder el control del Congreso del Estado.
Vale recordar que por la asamblea parlamentaria pasan el presupuesto estatal, las cuentas públicas, los nombramientos de una diversidad de servidores públicos como Magistrados del Poder Judicial del Estado, entre otros muchos asuntos de gran relevancia para el gobernador en turno.
Entonces, con Morena como bancada mayoritaria sacar adelante esos temas ya no será tan fácil como lo ha sido desde siempre.
Por eso mi afirmación de que vienen tiempos complicados para el PAN de Tamaulipas, y en particular para la actual administración estatal en su último año de gobierno.
Recordemos que la siguiente legislatura del Congreso del Estado iniciará sus funciones a partir del uno de octubre próximo, cuando inicia a la vez el último año de ejercicio del gobernador, Francisco García Cabeza de Vaca.
Eso significa que el mandatario estatal, sea quien sea, tendrá que gobernar de la mano de la oposición.
Seguramente habrá una escrupulosa fiscalización del gasto público. Las cuentas públicas serán escudriñadas con “lupa”, y las propuestas de nombramientos de magistrados, consejeros de la judicatura, comisionados de transparencia y muchas más, tendrán en el Pleno Legislativo una aduana difícil.
De hecho, si el PAN quiere hacer algún tipo de movimiento en todos esos puestos clave que requieren el aval del Poder Legislativo, tendrán que hacerlo antes del 30 de septiembre próximo cuando concluye su ejercicio la Sexagésima Cuarta legislatura del Congreso del Estado que tiene mayoría panista.
Incluso, si dentro de las expectativas del gobernador García Cabeza de Vaca está la de solicitar licencia, deberá hacerlo en la presente legislatura para que sean él y su partido quien designe a su relevo.
Recordemos que el tema del desafuero sigue en el limbo jurídico y será peligroso que siga así cuando se instale la nueva legislatura, sobre todo porque entonces Morena tendrá poder de decisión.
Por lo demás, los resultados de la elección de este domingo ponen en grave riesgo la permanencia del PAN en el gobierno del estado.
Recordemos que en el 2022 los tamaulipecos regresaremos a las urnas para elegir a un nuevo Gobernador.
En lo personal me parece que, aunque el PAN quedó en la lona no está del todo noqueado.
Los panistas tendrán prácticamente un año para intentar recomponer las cosas y con ello llegar con oxígeno a la competencia por la gubernatura a mediados del 2022.
Si realmente aspiran a mantenerse en el poder deberán comenzar a trabajar desde ahora. El 2022 será la última oportunidad que tendrán para resarcir los daños sufridos en las urnas este pasado seis de junio.
EL RESTO.
¿QUE SUCEDIÓ? Luego de la jornada electoral del seis de junio, muchos tamaulipecos nos preguntamos ¿qué sucedió? ¿Por qué Morena barrió al PAN?
En lo personal, evidentemente hubo una mezcla de factores que incidieron en la derrota del panismo en Tamaulipas.
Sin embargo, hubo uno que ladeo la balanza electoral hacia Morena: el tema del desafuero contra el gobernador Francisco García Cabeza de Vaca.
El impacto mediático de ese asunto en el colectivo social tamaulipeco fue determinante. Esa era la jugada de Morena y le salió bien.
ASI ANDAN LAS COSAS.