Por ROGELIO RODRIGUEZ MENDOZA.
Desde el Congreso de la Unión, a propuesta (o capricho) del presidente Andrés Manuel López Obrador, se impulsa una vieja iniciativa de ley que busca despenalizar el consumo, comercio, producción y transportación de la marihuana.
Durante los últimos años se han hecho varios intentos por legalizar esa droga. Esta vez, sin embargo, todo apunta a que la reforma se consumará, y pronto los mexicanos estaremos en libertad de acceder a esa droga sin ninguna restricción ni consecuencia legal, como ahora.
El Senado de la República ya dio el “sí” a la iniciativa. Falta ver lo que dicen los Diputados, pero si partimos del hecho de que Morena, el partido del Presidente, y sus aliados, tienen mayoría en esa Cámara, todo es cuestión de días para que quede aprobada la Ley Federal para la Regularización de la Cannabis.
En lo personal me preocupa la reforma. Como millones de mexicanos me declaro detractor de la despenalización de la marihuana, porque soy un convencido de que en vez de resolver problemas sociales, como el de la inseguridad, los agravará.
Uno de los argumentos utilizados para justificar la despenalización de la marihuana es que contribuirá a reducir los índices de violencia generada por el narcotráfico.
Nada más falso que eso. Desde hace muchos años (tal vez 15) la marihuana dejó de ser la principal fuente de ingresos de los grupos criminales. Hoy en día los carteles han diversificado sus actividades delictivas, y lo mismo trafican drogas que secuestran, extorsionan, trafican personas, etcétera.
Además, por encima de la marihuana hay otras drogas, como la cocaína, heroína y metanfetamina, que son las que acaparan la atención de los grupos delictivos porque les representan mayores ganancias.
En razón de ello, suponer que quitarle a los carteles el negocio de la marihuana los va a debilitar y habrá menos violencia e inseguridad pública, es iluso.
Por el contrario, legalizar la marihuana detonará otros delitos del fuero común, como la violencia familiar y el robo. Seguramente también habrá un incremento en accidentes de tránsito.
Por eso le digo que es insostenible la tesis de que la reforma disminuirá la violencia delincuencial en el país.
Lo que si habrá es un crecimiento en las adicciones, y lamentablemente los jóvenes se convertirán en el grupo social más vulnerable.
Todos sabemos que es en la adolescencia cuando el ser humano comienza su despertar social, y busca experimentar con temas como el consumo del alcohol y el cigarro. Poner entonces la marihuana a su alcance será altamente riesgoso.
Si tomamos en cuenta de que el consumo de alcohol cobra cada año miles de vidas en accidentes automovilísticos, ya podremos imaginarnos lo que sucederá con conductores alcoholizados y “enmariguanados”.
De acuerdo con la ley que está “cocinándose”, toda persona mayor de 18 años de edad podrá portar para consumo personal hasta 28 gramos de marihuana. Podrá fumarla en cualquier lugar, excepto centros de trabajo y oficinas públicas y privadas.
Peor aún: cada mexicano podrá tener en el jardín de su casa hasta cuatro plantas de marihuana.
Bueno, ¡hasta los ejidatarios podrán sembrar sus parcelas con marihuana!
Habrá un Instituto Mexicano para la Regulación y Control de la Cannabis, que emitirá cinco tipos de licencias para controlar algunos de los actos relacionados con el cultivo, transformación, venta, investigación, y exportación o importación de la marihuana.
Si la reforma avance, como parece, pronto comprar marihuana será tan fácil como acudir a una tienda de conveniencia a adquirir una cajetilla de cigarros o una cerveza.
Por eso le digo que, en vez de resolver problemas, la mariguana legal agravará los ya existentes y detonará otros.
ASI ANDAN LAS COSAS.