CIUDAD DE MÉXICO.
Pedro Reyes Magdaleno no debió morir.
No ese 10 de julio de 2017, cuando como todos los días cuidaba las instalaciones de la Comisión Federal de Electricidad.
Si el aleteo de una mariposa puede causar un huracán, como postula la teoría del caos, los maremotos que los seres humanos son capaces de generar con cada una de sus elecciones cotidianas, son de dimensiones indescriptibles.
Es cierto que el azar cuenta, en estos casos. Aquello de estar en el lugar equivocado a la hora equivocada: en Avenida Santa Ana y Ejido Churubusco, Colonia Ejido San Francisco Culhuacán, en la delegación Coyoacán, por ejemplo, aquel lunes por la mañana.
Pero alguien no hizo bien su trabajo en una oficina de impartición de justicia en México, y no una, sino varias veces, en 2004, en 2016…
Por eso, cuando Pedro Reyes –casi dos décadas trabajando en la corporación– cumple con sus labores de vigilancia en la CFE, no debía toparse de frente con El Pichi, porque si algo tiene Ángel Vargas Baena es un inagotable desprecio por la vida.
Minutos antes, junto con un cómplice, interceptaron en calles de la delegación Iztapalapa al gerente de la sucursal, a quien trasladaron a las instalaciones y lo obligaron a abrir uno de los cajeros, de donde sustrajeron 180 mil pesos.
El robo no será limpio.
Saca el valor Pedro Reyes, policía segundo del destacamento 3 del Sector 64, y enfrenta a los delincuentes. Forcejea con uno de ellos.
En su huída –todo indica, y eso es lo que ahora investigan las autoridades–, Vargas Baena dispara en el costado izquierdo de la cabeza al oficial, y mientras se desangra los asaltantes suben a una camioneta y la abandonan en la colonia Avante.
Grave, Pedro Reyes es trasladado en helicóptero al hospital.
Es inútil. Muere por la gravedad de las lesiones.
Nada detiene a El Pichi, quien se agazapa unas semanas hasta cometer otro delito. Trae la bala tan nerviosa como la boca. Pero los videos capturados ese día lo muestran de camisa blanca y pantalón de vestir color gris.
Un grupo de policías en Valle de Aragón confesó en 2008 el miedo que les imponía ese hombre corpulento ante las constantes amenazas de muerte.
Dos ingresos tuvo a prisión El Pichi. Y en ambos procesos terminó libre.
¿Por qué? Lo deben saber las frágiles leyes mexicanas, vulneradas, omisas.
Pedro Reyes Magdaleno no debío morir.
No esa mañana de lunes a manos de El Pichi.
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Martes 11 de julio de 2017.
Pocas veces víose funeral tan emotivo.
Fue el día que cayeron pétalos del cielo.
La muerte de Pedro Reyes, policía auxiliar de la SSPCDMX, con 19 años y 8 meses de labores, congregó a cientos de sus compañeros, quienes lo despidieron con honores al redoble de los tambores.
«Lo acompañaron los más allegados de la familia. Todo el tiempo a su lado María del Rosario Galvez, su esposa. Fueron cientos los compañeros que dieron el último adiós a Pedro Sánchez Magdaleno, el policía auxiliar que el lunes por la mañana enfrentó a delincuentes para frustrar un asalto en las instalaciones de la Comisión Federal de Electricidad.
Fue recordado como un hombre de honor y un policía honesto.
«Su conducta es un legado que permanecerá imborrable como un ejemplo de valor. Pedro abrazó la carrera de servir a la sociedad durante casi 20 años, tiempo durante el cual desempeñó su servicio con honradez y compromiso, demostrando una calidad moral e institucional apegada siempre a las normas».
El homenaje de Pedro Reyes comenzó desde que el féretro salió del Instituto Nacional de Ciencias Forenses, cerca de las nueve de la mañana. De ahí, flanqueado por el secretario de seguridad Pública capitalina, Hiram Almeida Estrada, subsecretarios y mandos de la policía, caminaron hasta llegar a la explanada de la Plaza Tlaxcoaque, donde se ofició una misa en su memoria.
Sacerdote: «Encomendamos a tus manos amorosas el alma de Pedro Reyes Magdaleno, así como ha servido con fidelidad a tu pueblo, así recíbelo con amor en tu reino».
De ahí, el cuerpo de Pedro Reyes fue llevado a Iztapalapa, donde su familia lo va a sepultar.
A este policía muerto en cumplimiento de su deber, le sobreviven su esposa María del Rosario, quien pese al cáncer que padece, estuvo en compañía del oficial, junto con dos hermanos del agente, quienes también son policías.
Hiram Almeida, secretario de Seguridad:
«Hoy despedimos a Pedro, un policía auxiliar ejemplar, de origen humilde, pero sobre todo con una vocación de servicio muy firme».
Con la muerte de Pedro Reyes suman 16 policías capitalinos que han sido asesinados en lo que va del año en cumplimiento de su deber y por diversos hechos delictivos».
Ese funeral que parecía un desfile estuvo pleno de dolor; los pétalos caían del cielo.
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Una bala le perforó el cráneo. Murió Pedro Reyes mientras los criminales huían en una camioneta negra cargados de dinero.
Pero dejaron un hilo suelto: cámaras captaron así a Ángel Vargas Baena:
Desde ese momento, las unidades de inteligencia de la policía local iniciaron una investigación para dar con el asesino y sus secuaces.
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En 2003 El Pichi reunió a media docena de individuos en su casa de Aragón tercera sección, para planear algunos robos.
Todo ese año y parte del siguiente su actividad sería tan productiva que asaltaron nueve veces a sus clientes favoritos, los transportes de la farmacéutica Fuller de México S.A de C.V.
Hasta que los atraparon el 21 de marzo de 2004.
Cayeron los cinco sujetos a quienes se les conocía como la banda «El Trampas» y su modus operandi era de lo más infantil: se uniformaban como elementos de la PGJDF y policías del Estado de México, y detenían a transportistas para asaltarlos y despojarlos de la mercancía.
Argumentaban una inspección ocular a los vehículos, y los delincuentes hacían descender al chofer, a quien amagaban con armas de fuego.
Lo robado lo vendían en la colonia San Felipe, en un tianguis de la zona oriente de la Ciudad de México.
Policía de investigación detectó tras varios días el escondite de la banda. Y capturaron a Olanni Álvarez Pérez Negrón, Guillermo Carich Ramírez y Ángel Vargas Baena, justo al salir de un departamento de El Pichi en la Unidad Habitacional San Juan de Aragón.
Doce meses azotaron a transportistas en las demarcaciones Gustavo A. Madero, Iztapalapa y Venustiano Carranza.
Ese mismo día, policías judiciales de la Fiscalía Central de Investigaciones para Robo de Vehículos y Transporte, detuvieron a Jorge Torres González «El Chaparro» y a Mauricio Carrillo González «El Pepillo», quien al hacerse pasar como judicial del Estado de México conseguía a sus cómplices los uniformes de policías.
Luz María Frías, Ministerio Público de la Fiscalía de Robo a Transporte, informó que se les decomisó parte de la mercancía robada y se les incautó una maleta que contenía uniformes de diversas corporaciones policiacas, así como un arma larga tipo R-15, toletes, gas lacrimógeno, teléfonos celulares, credenciales falsas, y una bolsa con varios gramos de mariguana.
Van a prisión.
Pero como el sistema carcelario en México no es un centro correccional, para julio de 2008 se sabe en qué invierte el tiempo El Pichi.
De acuerdo con información periodística, pasó los primeros cuatro meses de ese año cavando un túnel en el Reclusorio Preventivo Varonil Norte, en Cuautepec, para un «padrino» del dormitorio dos, quien cargaba con una sentencia de más de 50 años y le ofreció muy buena paga.
Ángel Vargas Baena se ofreció a cavar y lo hizo por las noches. El Pichi era comisionado en el gimnasio del reclusorio y comenzó a hacer el túnel en el baño de hombres, en la zona de vapor, en un registro que conecta al desagüe de la calle, informaron fuentes de la subsecretaría del Sistema Penitenciario y de la Procuraduría capitalina, que lo descubrieron.
El desagüe está a unos 50 metros de la calle, pero los internos sabían que se iban a encontrar con cuatro paredes que tenían cimiento, aún así, El Pichi comenzó a cavar a través del registro, pero encontró una pared, por lo que comenzó a realizar otro túnel hacia el lado oriente en dirección a un kínder que se había construido para hijos de internos, se lee en el reporte.
Cavaban por las noches mientras el custodio vigilaba que no ingresara ninguna otra persona para evitar fuga de información.
Antes de que lo descubrieran, corría junio de 2008, El Pichi terminó de compurgar su condena en el Gobierno del DF. Y adiós, quedó libre sin que se le castigara por el delito inconcluso de cavar un túnel en la cárcel, el sueño de todo prisionero.
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Aleteó la mariposa una vez más en 2016.
Es 7 de agosto y nadie puede negar que la vida de El Pichi podría plasmarse en filme de Taratino.
El corpulento hombre de la bala nerviosa vuelve a atacar.
Después de dispararle a cuatro patrullas y anteriormente darse a la fuga durante tres persecuciones, Ángel Vargas es detenido en la Delegación Gustavo A. Madero, ahí, donde lleva años amedrentando policías.
Aseguran que tiene a media corporación amenazada de muerte.
«Saben nuestros horarios y tenemos temor de que cuando andemos de civil nos vayan a agarrar; ya nos ha amenazado y sabemos que se le vincula con el asesinato de un comandante. Está muy pesado», informan temerosos policías del Sector Aragón.
El Pichi es ubicado en las avenidas 611 y 613 de la Colonia San Juan, un punto de venta de drogas identificado por las autoridades.
Al ver a los uniformados, quienes atienden una llamada anónima, Vargas Baena balea las patrullas 0715, 0741, 0734 y 0767 para después darse a la fuga en una camioneta Explorer, con placas 545-SPG.
Pero lo que no afinó, además de su puntería, fueron sus clases de manejo, así que durante la persecución Vargas choca contra un Cadillac en las calles 506 y 597 de la Colonia Narciso Bassols, donde finalmente es detenido por los agentes.
Porta un arma .9 mm con dos cargadores.
Lo custodian varias patrullas. Va rumbo a prisión…
Pero alguien no hace bien su trabajo en una oficina de impartición de justicia en México.
Y queda libre.
En su destino está reventarle la cabeza a un oficial de policía.
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Mayo 18, 2018.
Han pasado once meses desde que El Pichi mató al agente Pedro Reyes Magdaleno.
Pero hoy su banda tiene planeado el asalto a la camioneta de valores de Tecnoval, en avenida Once y Avenida Tlahuac, en la colonia Cerro de la Estrella. Será mientras abastecen los cajeros automáticos de una tienda de autoservicio, y limpio no saldrá el atraco; una vez más.
Uno de los cómplices abate a un policía y hiere a otro par cuando, mientras se desarrollan los hechos, sale de su disfraz de vendedor de tortas ambulante para jalar el gatillo en varias ocasiones.
Huyen.
Consta en el parte informativo que a las 08:57 horas de ese viernes, policías adscritos al C2-Oriente reportan el robo. Uniformados del Sector Estrella buscan a los responsables en las inmediaciones del lugar, abarcan unidades habitacionales, calles cerradas, privadas y estacionamientos…
Nada.
Únicamente el vehículo utilizado por los asaltantes para abandonar la escena: una camioneta Ford Escape, matrícula A78-APZ; al interior un arma, la escopeta que el propio Pichi arrebató a uno de los custodios sometidos.
Del botín, ni rastro.
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…Y cuando parecía que el crimen quedaría impune, policía de investigación captura a tres en el robo a una camioneta de valores, en una casa de la colonia Lomas Estrella, en Iztapalapa.
Es 22 de mayo de 2018, cuatro días después del asalto y hasta ese inmueble los han llevado las investigaciones.
Caen tres ladrones. Uno de ellos se identifica como Erick García Acosta, pero miente. Se trata de Ángel Vargas Baena, El Pichi, y es el líder de una banda de asaltantes que opera principalmente en las delegaciones Coyoacán, Gustavo A. Madero, Iztapalapa y Venustiano Carranza. Utiliza este segundo nombre en memoria de uno de sus cómplices muertos.
Al ponerlo a disposición del Agente del Ministerio Público buscarán corroborar su participación en el robo a la camioneta de valores, junto con dos individuos más.
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29 de mayo de 2018.
Esta será la tercera ocasión en la que El Pichi ingresará a prisión.
El pasado domingo 26 un juez de control lo vinculó a proceso y le impuso prisión preventiva por el delito de encubrimiento por favorecimiento, no obstante, de demostrarse que fue él quien mató al policía Reyes Magdaleno, su situación jurídica podría modificarse.
Y sí, seguramente lo condenarán.
Pero nada garantiza que no quede libre en algunas horas, semanas, o meses. Así de agujereadas, a fuerza de bala y de billetes, están las leyes mexicanas.
La historia de El Pichi es solo una entre cientos.
Ya nadie se inmuta cuando lee:
«Se detuvo a un hombre por el delito de robo a transeúnte con violencia y portación de arma de fuego, en la colonia Santa Cruz Meyehualco, @Del_Iztapalapa. El detenido cuenta con ocho ingresos al Sistema Penitenciario».
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Jamás víose ceremonia de cuerpo presente más emotiva que aquel el día cuando llovieron pétalos, pero Pedro Reyes Magdaleno, que quede claro, no debió morir el 10 de julio de 2017 a manos de un asesino al que apodan El Pichi, el de la bala nerviosa.
¿Quién incumplió con su trabajo de impartir justicia?
¿Quién?