Por ROGELIO RODRIGUEZ MENDOZA.
Muchos de los grandes males de éste país se deben a esa vieja costumbre que prevalece entre una gran mayoría de los servidores públicos, de aventarse la pelotita unos con otros para evadir culpas en la atención a problemas sociales. Ocurre en todos lados y en todos los ámbitos gubernamentales.
Durante décadas fuimos testigos, por ejemplo, de cómo los gobiernos rechazaban asumir la responsabilidad de la seguridad pública. En un afán de no aceptar culpas, las administraciones estatales argumentaban que la federación era responsable del problema, y a la viceversa el Gobierno nacional culpaba a sus pares en las entidades.
Afortunadamente, al menos en el combate a la delincuencia ya decidieron que la responsabilidad es compartida. O por lo menos ya no son tantas las quejas de “es tuya” o “es mía”.
Sin embargo, esa practica de “aventarse la pelotita” sigue vigente en muchas otras instancias gubernamentales, en un hecho que en verdad enfurece porque mientras los funcionarios hacen hasta lo imposible por evadir responsabilidades, la sociedad resiente los daños.
Le cuento de todo ello para traerle a la mesa un caso ocurrido en Ciudad Victoria, apenas la semana pasada.
Resulta que, a las oficinas de la delegación de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, (Profepa), llegó la denuncia sobre el riego de 50 hectáreas agrícolas con aguas negras.
Evidentemente se trata de un asunto bastante delicado porque se pone en riesgo la salud de todas aquellas personas que, sin saberlo, terminarán consumiendo los productos regados con aguas de desecho.
No obstante, pese a ello, la Profepa, que en Tamaulipas tutela Aureliano Salinas, el cuñado del exgobernador, Eugenio Hernández Flores, se quitó de encima la responsabilidad con un argumento que refleja con contundencia el prototipo del burócrata comodín, ese que solo busca cobrar su cheque quincenal sin ir más allá.
Dijo la Profepa que no puede actuar en el caso en cuestión , “porque no esta dentro de sus facultades”. Refiere que solo puede intervenir cuando los desecho son arrojados a cuerpos de aguas nacionales, y como aquí las aguas pestilentes van a suelo agrícola pues entonces no puede investigar ni castigar a los responsables.
Uno se pregunta: ¿qué acaso no podía la Profepa al menos iniciar la investigación y en su momento turnarla a la instancia que sí sea competente? o ¿no podía al menos ser coadyuvante o denunciante del hecho?.
Pues no. Simplemente dijo que no era su problema y que no podía hacer nada.
Déjeme le cuento que no es la primera ocasión que la delegación de la Profepa avienta la “pelotita” a otro lado. Alguna vez presente una denuncia contra una tienda Soriana por contaminar el ambiente, pero la Profepa usó el mismo argumento de ahora.
Con el añadido de que en aquel caso hubo otro factor que inhibió a la dependencia federal: el dueño de la tienda denunciada es precisamente el ex Gobernador Hernández Flores, que como ya le conté, es cuñado del delegado de la instancia federal.
Muy lamentable que sigamos teniendo en los gobiernos funcionarios que buscan cualquier rendija legal para no hacer nada, que solo cuidan sus intereses y se olvidan de que están ahí para servir porque precisamente por eso se llaman servidores públicos.
Solo le quería contar.
ASI ANDAN LAS COSAS.
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