Por ROGELIO RODRÍGUEZ MENDOZA.
Al michoacano, Irving Barrios Mojica, se le terminaron cayendo los tres pisos de su modelo de procuración de justicia, y con ellos se vino abajo la ilusión de transformar el sistema. A partir de los próximos días, la Fiscalía General reactivará las Unidades Generales de Investigación, (UGI), con la esperanza de sacar del pantano en que estuvo hundida la procuración de justicia en Ciudad Victoria desde hace dos años.
La idea, en el papel, parecía atractiva: reorganizar la atención de denuncias en un esquema escalonado que prometía eficiencia y resultados. Pero en la realidad, el experimento se convirtió en una losa que hundió aún más el ya de por sí colapsado sistema de procuración de justicia en la capital de Tamaulipas.
El llamado “modelo de tres pisos” estaba diseñado para funcionar en fases. La primera era la Unidad de Atención Inmediata, donde los justiciables acudían a presentar o formalizar sus denuncias y querellas. Posteriormente, los casos pasaban a la Unidad de Tramitación Masiva, que debía filtrar asuntos, promover acuerdos y evitar que todo se transformara en carpetas de investigación. Solo las denuncias que no pudieran resolverse ahí avanzaban a la tercera fase: la Unidad de Litigación, encargada de judicializar los casos ante los tribunales.
En teoría, el esquema buscaba descongestionar el trabajo del Ministerio Público, filtrando los asuntos para reducir la carga de expedientes. Sin embargo, desde el inicio se formó un cuello de botella monumental, porque la planeación fue deficiente, no se asignó el personal suficiente y los procesos se volvieron lentos y confusos.
El resultado fue que miles de denuncias quedaron varadas en las primeras fases, sin avance ni solución, y el sistema entero terminó convertido en un desastre.
Lo que debía ser una innovación terminó siendo un obstáculo. Los justiciables, miles de ellos, quedaron atrapados en un pantano burocrático que nunca dio señales de salida.
Hoy, fuentes internas de la propia Fiscalía confirman lo que ya era un secreto a voces: el modelo de tres pisos desaparecerá en breve, dando paso de nuevo a las conocidas Unidades Generales de Investigación (UJI).
La decisión no es producto de la casualidad ni de la autocrítica iluminada de Barrios Mojica. Es, simple y llanamente, la admisión tácita de un error que tuvo consecuencias devastadoras.
El saldo es brutal: un rezago de más de 20 mil carpetas de investigación sin resolver, víctimas en espera de justicia y un Ministerio Público incapaz de responder a las expectativas ciudadanas.
Con este fracaso, quedó demostrado que no basta con importar esquemas de otras entidades del país. Lo que funciona en un estado puede convertirse en un desastre cuando se trasplanta sin diagnóstico local ni planeación adecuada.
En Ciudad Victoria, el modelo terminó por paralizar la atención a los delitos. Denuncias que debieron resolverse en semanas o meses se acumularon sin respuesta durante años.
El plan piloto, diseñado para después extenderse al resto de Tamaulipas, se quedó estancado en la capital y con ello evitó una catástrofe mayor.
Aun así, el daño ya está hecho. Miles de ciudadanos perdieron la confianza en una Fiscalía que prefirió experimentar con su tiempo y su dolor antes que ofrecer soluciones reales.
Lo peor es que todo ocurrió mientras el fiscal general presumía de modernidad y eficacia en sus discursos, pero en los hechos solo entregaba excusas y silencios.
Ahora, con el inminente regreso de las UJI, la expectativa es que el sistema recupere al menos un poco de funcionalidad. No será fácil: revertir el rezago acumulado es tarea que bordea lo imposible.
Habrá que destinar personal, recursos y voluntad política para desatorar miles de expedientes que hoy son símbolo del fracaso institucional.
El viraje, sin embargo, tiene un trasfondo político. Barrios Mojica ya admitió que no buscará la reelección, y todo apunta a que prepara maletas para abandonar Tamaulipas en diciembre.
Con él se irán también los foráneos que llegaron de su mano y que cargan con la responsabilidad de haber convertido a la Fiscalía en un aparato lento, ineficaz y ajeno a la realidad de los tamaulipecos.
Ese reconocimiento, aunque tardío, es positivo. Permite abrir la puerta a una reestructuración que devuelva un mínimo de credibilidad al sistema de procuración de justicia.
Porque si algo queda claro, es que la justicia no puede ser un laboratorio donde se juegue con la vida de las víctimas ni con la confianza de la sociedad.
El “modelo de tres pisos” será recordado como un error histórico, un capricho que desfondó la Fiscalía y que dejó una estela de impunidad.
Su caída es, paradójicamente, una buena noticia: significa que el sistema podrá volver a caminar sobre bases más sólidas, aunque el reto será gigantesco y los resultados no se verán de inmediato.
Al final, lo que se desplomó no fueron tres pisos de ladrillo y cemento, sino la credibilidad de una Fiscalía que ya no resiste más improvisaciones. Y la lección, si alguien quiere escucharla, es clara: la justicia no admite experimentos fallidos.
EL RESTO.
GATTÁS LE CUMPLE A VICTORIA.-Victoria avanza con paso firme. En cuatro años, el gobierno de Eduardo Gattás Báez ha demostrado que la reconstrucción de la capital no es un discurso, sino una realidad visible en cada calle, escuela y espacio público recuperado.
Con 465 obras y una inversión histórica de 590 millones de pesos, el alcalde ha devuelto funcionalidad y orden a una ciudad que antes padecía abandono.
El respaldo del gobernador Américo Villarreal Anaya, con más de 3 mil 500 millones de pesos en infraestructura, ha sido clave para consolidar este esfuerzo. Hoy, Victoria marca la ruta en obra pública y sienta las bases de un desarrollo urbano más digno y sostenible para sus habitantes.
DISTRACTOR.-Incluir en la reforma a la Ley de Amparo la desaparición de la irretroactividad de ley es un simple distractor engaña-bobos.
En realidad lo que buscan los impulsores de la reforma es quitarle el foco crítico al verdadero daño que se le está haciendo al juicio de amparo.
ASI ANDAN LAS COSAS
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