El inicio de los años setenta sacudió el inconsciente colectivo de Estados Unidos con las secuelas de la guerra de Vietnam, la masacre de estudiantes en la Universidad de Kent State y los detalles macabros de los crímenes de Charles Manson, el golpe culminante se lo daría una película sobre una adolescente poseída por el demonio y que este año cumple 50 años de su lanzamiento.
El día después de la Navidad de 1973 el cine de terror y lo sobrenatural marcó un antes y un después en el género al abrir una nueva puerta con El exorcista, de William Friedkin, basada en el best seller homónimo de William Peter Blatty. La historia de la posesión diabólica de la niña Reagan que es exorcizada por los padres Merrin y Karras no solo conquistó al público, sino que obtuvo buenas críticas y fue nominada a diez premios Oscar.
El exorcista lanzó al estrellato a Linda Blair, en el papel de la niña endemoniada, y su música se convirtió en una de las más icónicas y reconocibles gracias a las notas del piano de Mike Oldfield.
Un estreno de terror
Lanzada inicialmente en treinta salas (como se acostumbraba en esa época), a poco más de dos meses de su estreno el filme llegó a más de trescientas sesenta marquesinas a lo largo y ancho del país. Los diarios y revistas de la época daban cuenta de las interminables filas para acceder a las proyecciones, mientras se multiplicaban las denuncias sobre desmayos, crisis nerviosas y colapsos emocionales provocados por las escenas más horrorosas.
Mientras se sucedían las controversias en cuanto a la calificación de la película (pues no faltó quien considerara el filme como mercedor de la “X” destinada al cine pornográfico) y numerosas organizaciones religiosas cuestionaban la visión que ofrecía sobre un asunto tan espinoso como la posesión demoníaca, recaudaba 160 millones de dólares en las taquillas y acumulaba diez nominaciones a los premios Oscar de la Academia.
Un clásico
De aquellas diez nominaciones, cosechó apenas dos premios: mejor guión adaptado y mejor mezcla de sonido. Los críticos más respetados e influyentes de la época la señalaron de sensacionalista. Había algo nuevo en la película: un elemento incómodo vinculado a los horrores más secretos y atávicos de la condición humana.
No cabe duda alguna que Friedkin legó a la historia del cine uno de sus más intensos momentos de miedo que permanecen incluso 50 años después.