Nuevos análisis sugieren que el gran tiburón blanco pudo haber jugado un papel en la extinción del megalodón, uno de los depredadores marinos más grandes y temibles de la historia. Los dos animales compartieron los océanos durante millones de años y ocuparon un nicho ecológico similar, alimentándose de ballenas y focas.
Científicos del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva y la Universidad Goethe de Frankfurt, junto con otros colaboradores, estudiaron los dientes de 20 especies vivas y 13 especies extintas de tiburones, incluyendo los megalodones, que vivieron entre 23 y 3,6 millones de años atrás. A través del análisis de las proporciones de isótopos de zinc en los dientes, los investigadores pudieron determinar el nivel trófico de un animal, es decir, su posición en la cadena alimenticia.
Los resultados del estudio, publicado en la revista Nature Communications, indican que los megalodones y los tiburones blancos competían por los mismos recursos, lo que podría haber contribuido al declive del megalodón.
«Aquí, demostramos, por primera vez, que las firmas de isótopos de zinc relacionadas con la dieta se conservan en la corona esmaltada altamente mineralizada de los dientes de tiburón fósil», explicó Thomas Tütken, profesor del Instituto de Geociencias de la Universidad Johannes Gutenberg.
El análisis de los isótopos de zinc no solo arroja luz sobre la competencia entre estos dos depredadores marinos, sino que también ofrece un nuevo enfoque para estudiar la dieta y la ecología trófica de animales extintos a lo largo de millones de años. Este método podría aplicarse a otros grupos de animales fósiles, incluyendo nuestros propios antepasados, según el investigador Jeremy McCormack.
La extinción del megalodón sigue siendo un misterio, y aunque la competencia con los tiburones blancos podría haber sido un factor, también habrían influido cambios en la circulación oceánica, el colapso de las poblaciones de presas y la competencia con otras criaturas marinas, como las orcas.
«Si bien se necesita investigación adicional, nuestros resultados parecen respaldar la posibilidad de una competencia dietética del megalodón con los grandes tiburones blancos del Plioceno temprano», concluyeron los autores del estudio.