De entre las varias cosas incomprensibles para quienes observamos el comportamiento de los políticos ejerciendo su función, es cuando los vemos operando de la mano de ideologías y personajes que poco tienen que ver con un Estado como el nuestro. La laicidad es un atributo del Estado mexicano, por eso no entiendo cómo es que algunos se vuelven cómplices de grupos religiosos que luchan para que las leyes se empaten con ideas que pertenecen a lo privado, de una interpretación del mundo a partir de algo tan personal como lo son las creencias religiosas. Y es que el Estado, a partir del pacto social secular y universalista, está obligado a procurar que las garantías de todos y cada uno de los individuos y grupos que forman una colectividad, sean veladas en sus leyes. Las de todos. No las de unos cuantos.
Hace unas semanas, la American Community Survey publicó una infografía con los tipos de familias posibles, según las definiciones que ha hecho la ONU. Vaya cosa, para quienes piensan que la familia se integra por mamá, papá e hijos. Y es que para cuestiones civiles y jurídicas, organismos como la ONU encuentran muchos tipos más. 50 tipos distintos de familias. Esto basado en cuatro posibilidades: las uniparentales, las nucleares, las extendidas y las reconstituidas. Y es que una madre que se hace cargo de sus hijos es una familia. Un abuelo que se hace cargo de sus nietos, forma una familia. Un tío que se hace cargo de sus sobrinos, forma una familia. La madrastra que acoge a su hijastro, forma una familia… y el tío homosexual que se hace cargo de sus sobrinos, también forma una familia. O la pareja de hombres que decide adoptar a una pequeña, forma una familia. El Estado —éste o cualquiera que busque garantizar su espíritu democrático— debe garantizar que todos estos tipos de núcleos familiares tengan los mismos derechos.
Pero mientras la manera en que siempre se han construido las sociedades es tema de avance en muchos países, en el nuestro pareciera que despierta las más retrógradas tentaciones: primero, aseguran que es la defensa de una ideología, aunque es evidente que es el gancho para cuidar sus bastiones electorales a partir de discursos de odio y discriminación (tan de moda entre el electorado al que sólo le alimentan los prejuicios, como vemos en EU) .
Y esa misma tentación ha hecho, por ejemplo, Javier Bolaños, quien ya está perfilado como el nuevo líder de bancada de Acción Nacional y nuevo presidente de la Mesa Directiva en la Cámara de Diputados. Y no es que nos causen sorpresa los posicionamientos panistas frente a iniciativas como la del matrimonio igualitario que envió Peña Nieto, pero es casi anticonstitucional que personajes como el diputado Bolaños se una a las manifestaciones organizadas por grupos religiosos que buscan echar abajo la iniciativa. Así lo hizo hace un par de meses en Cuernavaca, cuando se manifestó por la llamada defensa de la “familia natural”. Y lo hizo junto al obispo del estado, Ramón Castro Castro. ¿Pues qué no sus funciones deben responder al carácter de total laicidad del Estado mexicano? ¿Este señor es el que va a presidir uno de los tres Poderes de la Unión? Inadmisible. Simplemente inadmisible.
Todos tienen derecho a sus creencias en lo privado, pero en la función pública no se legisla ni se gobierna a partir de las ideologías religiosas. Un desafortunado revés para México que Bolaños presida la Cámara Baja, porque nos están diciendo a todos que su partido no está mirando ni al futuro ni a todos los ciudadanos… y de ahí se van a agarrar el resto de los partidos, priistas que quieren ocultar su corrupción culpando a la iniciativa de matrimonio, perredistas que ya le están haciendo ojitos a Morena, y morenistas que sólo quieren cuadrarse con el conservadurismo de AMLO. Aquí la pregunta es qué pensará la hoy puntera, Margarita Zavala, de la “ideología de género” contra la que marcha un personaje como Javier Bolaños. Porque ese bloque panista es el que no quisiera ver a una mujer como su candidata. Y como su presidenta, menos.